Existen momentos en que uno quiere hablar de sí mismo… y sin embargo al mirar hacia su interior, no logra definirse, no entiende qué es lo que ve... y me resulta gracioso; porque uno es capaz de escribir miles y miles de palabras acerca de otros autores, autores que no tienen nada en común con uno mismo, autores de los cuales solo leyó unos párrafos, y sin embargo cree conocerlos mejor que a su misma persona. Nos resulta más fácil hablar del otro que de nosotros mismos, ya que para escribir acerca nuestro nunca sabemos por dónde empezar.
Siempre se nos dice que es importante saber nuestros gustos, nuestros disgustos, quiénes somos- pero ¿qué pasa…Cuando la vida da un giro?
¿Qué pasa cuando las cosas que nos pasan no son lo que esperábamos?
¿Qué pasa cuando sin previo aviso no solo nuestras acciones sino también nuestros pensamientos se nos vuelven desconocidos a nosotros mismos? ¿Qué pasa cuando nos volvemos ajenos a nosotros mismos?
¿Qué pasa cuando nuestro pensamiento se vuelve débil?
En ese momento es cuando volvemos a empezar de cero. Cuando no podemos decir qué está bien y qué está mal. Cuando no podemos pararnos sobre un horizonte porque no sabemos cuál es el indicado. Es en ese preciso momento, cuando comenzamos a ser nosotros mismos. Cuando dejamos de lado todos los preconceptos y todo lo que creíamos saber; es cuando estamos indefensos frente a la vida cuando comenzamos a vivir. Donde se rompen nuestros sueños y nuestras irrealidades proyectadas, comienza nuestra vida real. Allí bajamos las defensas, y dejamos que las personas que nos rodean entren en nuestras vidas de una manera todavía mas profunda de la que hubiéramos podido imaginar. Y comenzamos a darnos cuenta del valor de la vida.
Acerca del sentido de la vida por más que intentemos encontrar respuestas terminamos dándonos cuenta de que quizás sea mas difícil de lo que pensábamos encontrar la adecuada. Se puede decir que intentar encontrar esa respuesta es como intentar encontrar la respuesta a qué es la felicidad; uno la busca mirando la pagina en la que se encuentra escribiendo, busca ese punto final en el que encontrará la "llegada", como si fuera un laberinto de chicos, y no nos damos cuenta que es justamente toda la línea la que forma esa felicidad. Cuando uno mira todos los puntos por los que fue escribiendo ve la línea que se forma, y es precisamente a lo largo de toda la línea que uno es feliz y que uno va encontrando el sentido de la vida. Sin embargo, creo que no es hasta el final de ese trazo que podamos darnos cuenta.
Y justamente es allí donde radica su importancia, su misterio y su relevancia.
Hay quienes creen que la vida es un camino hacia la muerte, y no creo que estén muy equivocados porque en cierto sentido lo es, pero lo que cambia es la manera de concebir ese camino que tenemos.
Es ese camino lo que nos hace únicos, es la manera en que lo caminamos. Y es allí, donde mirando nuestro interior logramos encontrar nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras vivencias. Eso es lo que somos. Esos son nuestros gustos y disgustos. Somos nuestra vida, nuestra manera de pensarla y nuestra manera de vivirla.
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