martes, 23 de agosto de 2011

Creer

¿Será que hemos olvidado lo que esta palabra significa? ¿Será que habré dejado que la secularización alcanzara entrar inclusive en el mundo del lenguaje? ¿O será, simplemente será, que la creencia se ha quedado vacía? Quizás nos olvidamos de lo que es creer; quizás nunca supimos lo que era creer; o más lejos aun, quizás nunca quisimos creer.

Creer implica confiar, implica darse, implica donar. La creencia no es algo que se piensa, o algo que se posee como ajeno; la creencia es algo que se vive. Y ya no importa en qué creemos. Ya no importa porque la palabra misma ha perdido su sentido. Ya no importa si uno dice que “cree”, si uno dice que “piensa” o si uno dice que “ve”. La primer palabra perteneció en algún momento solamente a la fé; la segunda es identificada con la razón; y por último el ver es relacionado con los sentimientos. Y sin embargo, ya hoy se encuentran entrelazados en un mismo laberinto que pareciera nunca acabar, ni siquiera pareciera posible decir dónde empieza. En un mundo donde cualquier paradigma es posible y es correcto, no hay lugar para el creer. En un mundo lleno de risomas que a nada conducen no hay lugar para el creer. En un mundo donde nosotros todo lo construimos, no hay lugar para el creer.

¿Será que ya no tenemos en qué creer?


2 comentarios:

  1. Pau Pau, siempre te leo y te vuelvo a repetir que me haces acordar mucho a Sinay. Me encantan!! Me gustó que hayas traído a colación a Corti con sus laberintos rizomáticos a-temporales. Recomiendo a cualquier que lea esto, que se meta en el laberinto de Borges en "El hilo de la fábula". Verdaderamente interesante. Saludos

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  2. Gracias clemen!! Justo agarré el otro día la revista de La Nación para ver lo que me decías.. y es verdad, muy parecido.. me gustó asique lo voy a empezar a leer.

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