jueves, 7 de marzo de 2013

Indignada


Es verdad que presenciamos cambios, y que la reivindicación de la libertad nos dejó a todos mejor parados. Nada mejor que la libertad de expresión, que la igualdad de trato y condiciones, que la exigencia de la dignididad humana. Pero una cosa es ser libres y otra muy distinta es jugar a serlo. No se puede tenerlo todo, y eso es una verdad en la que considero que todavía creemos. Seríamos muy inocentes si creyéramos que somos omnipotentes, por tan solo haber ganado algunos pasos en el camino hacia nuestra libertad. No se trata de una libertad absoluta, porque el hombre no es un ser absoluto. No se trata de perder las etiquetas y los roles sociales que nos definen. Justamente eso buscamos, no ser definidos. Como si por alguna razón las definiciones nos congelaran en el tiempo, y nos redujeran a unas pocas palabras. Sentimos la claustrofobia de vernos encerrados en un nombre con el cual poco creemos tener en común. Y por eso decidimos borrarlo todo. Negar cuanto podamos para afirmar lo imposible. Ya no hay alumno, ni maestro; policía, ni ladrón; juez, ni acusado. Los límites se volvieron confusos, y al hacerlo nos hemos fundido en una masa que en lugar de mostrar nuestras diferencias como tanto anhelábamos, nos ha envuelto a todos en un mar de seres humanos. O de seres y punto. Como más lo prefieras. Total, aquí el que pone el límite es uno, nadie más.

¿Pero qué es lo que criticamos cuando desconocemos aquello ante lo cuál debemos ser críticos?Esa es mi duda.

Nos decimos ser jueces de unas leyes que nunca vimos; creemos ser sabios de una realidad que jamás analizamos; y consideramos tener el juicio entrenado para diferenciar lo legal de lo ilegal cuando aún no logramos discernir qué hacer con nuestras vidas. Pero la máscara aun permanece. Una máscara bajo la cual escondemos nuestro miedo de habernos dado cuenta que nuestra existencia desnuda no es más que nuestra existencia desnuda. En lugar de afrontarla, huimos. Nos disfrazamos, y así creemos finalmente alejarnos. Alejarnos de lo que en algún momento llamaron "verdad", "unidad", "realidad". Y sin embargo,  creemos ser libres. Jugamos a serlo, y mientras tanto simplemente nos divertimos.

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